Me gusta pensar en los tratamientos al viñedo como mensajes que lanzamos a las vides. La propia agricultura biodinámica nos limita el uso de los minerales como el cobre o el azufre enormemente respecto a la agricultura convencional: posiblemente a una décima parte. Los viticultores convencionales hablan en ocasiones de “cañonazos” cuando echan una buena cantidad de azufre o cobre, o alguno de los productos sistémicos o penetrantes –los productos sistémicos se denominan así porque el producto entra en el sistema de la planta; es decir, por sus venas; y evidentemente pasa a su fruto-.
En biodinámica todo producto sistémico o penetrante, todo veneno, herbicidad o pesticida está prohibido. Sólo se usan pequeñas cantidades de cobre y azufre –siempre en soluciones minerales que no penetran en la planta ni en su sistema-, además de infusiones y purín de plantas, y otros elementos, como la arcilla, el basalto. Pero posiblemente en tan pequeña cantidad, que para un agricultor convencional le pueda hacer pensar que no sirve para nada. Y sin embargo, sí sirve. Los mensajes sirven y le llega a la planta –que es inteligente, y los recibe-. Eso sí: hay que aplicarlos en el momento y con las condiciones adecuadas.
En primer lugar, se debe considerar las condiciones de los suelos donde se encuentran los viñedos. En biodinámica es común decir que las enfermedades de la planta son un desequilibrio del suelo. Por eso, es necesario trabajar bien los suelos, las tierras de albariza de las viñas: usando compost de buena calidad y buena procedencia, no rotando la tierra, sin uso de herbicidas ni pesticidas, sin uso de abonos químicos, con una buena gestión de la cubierta vegetal, con una buena gestión de las labores, etc. Estas acciones nos van a generar un suelo vivo y equilibrado, que es el primer paso para que las vides estén perceptivas a nuestros mensajes.
En segundo lugar, las condiciones ambientales. En nuestra región, la lluvia no es común en los periodos de mayor enfermedad. Sin embargo, hay muy diferentes condiciones de humedad, debido principalmente a los vientos: de poniente y de levante. Cada uno de ellos, ofrece un “estrés” a la planta. El poniente, a pesar de ser húmedo, seca la planta; y el Levante, a pesar de ser seco y cálido, ablanda la planta. Nuestros mensajes se dirigen pues a equilibrar esos inputs externos. Aplicados en los momentos correctos y en las condiciones idóneas (sin viento, sin humedad en las hojas, con una buena dispersión) pequeñas cantidades de cobre o azufre (<150gr/h) son suficientes. Además de complementarlas con infusiones de cola de caballo, ortiga o milenrama.
En biodinámica se concibe una bonita relación entre el viticultor y las plantas. Por eso es tan importante nuestra presencia en el viñedo. Digamos que las plantas son sensibles a nuestras vibraciones, y por supuesto, a nuestros mensajes.