A principios de mayo participamos el equipo de Muchada-Léclapart en una formación sobre el acercamiento goetheano al mundo vegetal llevado a cabo por el botanista Jean Michel Florin, director de la sección de agricultura del Goetheanum y organizado por la finca biodinámica Entheos, en Lerin (Navarra). Compartimos aquí algunas reflexiones y os invitamos a profundizar en este tema en la bibliografía existente (al final del articulo).
Johan Wolfang Goethe, el «Cervantes alemán», el gran dramaturgo, autor de Fausto, desarrolló un método singular para percibir la naturaleza. Éste era diferente al materialista cartesiano desarrollado por Descartes, Galileo o Newton, que fue el que finalmente triunfó en el desarrollo del pensamiento contemporáneo. El paradigma de Descartes se basó en tomar de la naturaleza únicamente lo que era medible y separable, traduciendo la complejidad de una vida a la sencillez de una máquina. Este acercamiento promovió y permitió que se realizaran grandes desarrollos científicos y tecnológicos, superando la subjetividad y la superstición que había limitado el conocimiento humano hasta entonces. Sin embargo, supuso también una pérdida, ya que implicó separarse de la naturaleza, para poder entenderla y dominarla, y reducir la complejidad de la vida a sus manifestaciones más materiales.
La consecuencia de esta pérdida ha sido un desarrollo humano y una ciencia que ha entendido la naturaleza como un bien que explotar, olvidando que el ser humano pertenece a ella, y que una separación de la misma podría tener consecuencias negativas.
Con el triunfo del acercamiento cartesiano materialista, hemos alcanzado un desarrollo muy elevado tecnológico, sin embargo hemos perdido una parte importante y gozosa del convivir en nuestro planeta. Es como si hubiéramos desarrollado enormemente y de forma separada las notas de una canción, pero con el precio de dejar de escuchar la melodía. También ha implicado dejar de confiar en la capacidad humana para sentir la melodía, externalizando esa capacidad a instrumentos de medida, como puede ser un microscopio.
Quizás era un paso necesario, para poder volver a escuchar la melodía, de forma consciente y más precisa, y empoderarnos del desarrollo tecnológico para nuestro bien y el bien del Planeta Tierra.
El acercamiento goetheano, en contraposicion al cartesiano, propone:
- Entender la naturaleza y sus fenómenos en su totalidad (y no por partes), incluyendo los fenómenos cualitativos al igual que los utilitarios.
- Confiar en la capacidad del ser humano de percibir el entorno y a los seres vivos que le rodean desde sus sentidos primarios, su sentir global, su imaginación y su intuición.
- Evitar realizar teorías interpretativas de los fenómenos naturales, mediante una explicación por descripción profunda del propio fenómeno.
Goethe fue un defensor en el acercamiento fenomenológico, consciente de la inevitable participación del observador en lo observado, y de la oportunidad que esta ofrece al ser humano para alcanzar conocimientos superiores. Esto lo aprendió de lecturas de textos de Spinoza y de su experiencia en el arte y con pintores italianos del siglo XVIII.
En nuestro objeto concreto de estudio: las plantas, supone entender sus formas, no únicamente como una adaptación al medio (en el sentido darwiniano) sino también como una expresión única de la identidad de cada especie y cada individuo.
Acercarnos a la naturaleza y al resto de seres vivos desde el respeto sensible de cada identidad, de cada impulso puede suponer encontrar soluciones a las necesidades humanas desde un lugar de armonía con su entorno. Así por ejemplo, un planta de cardo no se concibe como «una mala hierba» sino como un bioindicador de una necesidad del suelo de nuestro cultivo, y con un mensaje muy preciso de una compactación del mismo o de un elemento bloqueado. También observar al cardo cualitativamente, y no desde un pensamiento utilitario, nos permite percibir sus cualidades propias, indiferentemente de nuestras necesidades, así como observar quizás elementos singulares de su identidad, como son sus flores, y encontrar posibles remedios gracias a ellas o reflexionar directamente sobre la idoneidad de nuestro cultivo en ese lugar determinado.
Si observamos con atención las formas complejas y singulares de las hojas, la forma de los tallos, de las flores o de los frutos de una planta, podemos entender que su complejidad no se debe únicamente a la adaptación al medio. Si fuera solo así, sus formas serían sencillas y exclusivamente funcionales para cumplir su misión en el organismo de la planta. Sin embargo, su belleza, sus colores, sus formas únicas y complejas, nos hablan de un propósito, de un impulso, de una identidad, una solución única de estar en el mundo: una ley interior de cada especie.
Esa ley interior se expresa de forma diferente en función de los entornos en los que puede habitar: en función del calor o el frio, la lluvia o la sequía, el tipo de tierra, etc… Así, una planta de manzanilla puede presentar tallos más o menos altos, hojas más o menos grandes, verdes más o menos brillantes. Pero en todos esos entornos donde la manzanilla puede vivir, la planta tendrá unos rasgos únicos que la determinan como manzanilla, con sus flores o capullos de flores semiesféricos, amarillos llenos de polen, sobre los pétalos blancos.
Por otro lado, Goethe proponía que la vida solo se puede percibir en movimiento. Que la fotografía de un instante no es capaz de contener las fuerzas formadoras que impulsan a la planta a crecer como lo hace. Una energía esencial para entender la planta pero que no es mesurable. Sin embargo esa energía es perceptible desde la compresión del movimiento (metamorfosis) de la planta. En su crecimiento, desde que sale de la semilla hasta que culmina su fructificación, como fotogramas de una película, puede intuirse las fuerzas que los generan. El problema es que esa energía vital solo puede percibirse desde la imaginación, desde el pensar humano, que para Goethe es un sentido más de percepción. Educando muy bien esa capacidad humana, y calibrándola minuciosamente con los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto, el ser humano puede acercarse a ese misterio de la vida. Goethe defendía que el pensamiento y la percepción han de ser tan dinámicos como la vida, si no, no es posible recoger su misterio; es decir, de ser vivo a ser vivo, en una respiración intelectual armónica, de totalidad a totalidad.
Acercarnos a ese misterio, puede ayudarnos a encontrar virtudes de las plantas que el ser humano puede utilizar para su bienestar, como es su uso medicinal, o para entender las necesidades de un cultivo o las oportunidades de una finca. Haciendo un símil sería como encontrar a un joven Picasso y entender su manera de entender el mundo y el arte. Y en vez de forzarle a realizar un determinado estilo, porque nos beneficie, lo impulsáramos a desarrollar su visión única y brillante de su pintura. Es decir, buscando el diálogo y la colaboración con la naturaleza.
Pero esta forma de acercarse al mundo vegetal tiene un regalo mayor para el ser humano: le ayuda a fomentar el sentimiento de pertenencia y conexión con el mismo. Goethe defendía que solo podemos ver aquello que de alguna manera somos, llevamos dentro. No podemos ver, lo que no somos. Si no tuviéramos dentro una idea de planta, no la podríamos ver ni distinguir en la realidad. Dicho de otro modo, mirar así al mundo vegetal nos permite conocernos mejor, y establecer un dialogo ético y gozoso con la naturaleza, fomentando un desarrollo humano en equilibrio con su medio.
Una de las peores consecuencias del acercamiento cartesiano ha sido confundir al ser humano, haciéndole creer que no pertenece a su medio y que puede dominarlo para su uso y beneficio. Esto ha promovido un modelo de desarrollo en desequilibrio con la naturaleza y con la propia Humanidad. Por más que nos desarrollaremos tecnológicamente, si no cambiamos nuestro acercamiento, acabaremos en un medio inhabitable por el ser humano.
Os dejamos aquí algunos referentes bibliográficos para seguir aprendiendo juntos:
- Rencontrer les plantes. Jean Michel Florin. Editorial Amyris
- Goethe y su visión del mundo. Rudolf Steiner. Editorial Rudolf Steiner
- La metamorfosis de las plantas. Johan Goethe. Editorial Atalanta
- La teoría de la naturaleza. Johan W. Goethe. Editorial Tecnos
- La naturaleza como totalidad. Henry Bortoft. Editorial Atalanta
- https://www.bio-dynamie.org/biodynamie/presentation/approche-goetheenne/#