La observación goetheana y la vuelta a los orígenes de la agricultura biodinámica

Rudolf Steiner, padre de la agricultura biodinámica trabajó durante varios años en el Archivo de Johan Goethe en Weimar, estudiando sus escritos científicos, que no habían sido analizados en su conjunto. Goethe es el gran dramaturgo alemán, el “Cervantes alemán”, sin embargo, realizó también una importante obra científica, basada en paradigmas diferentes. Gracias a ellos, Steiner consiguió una gran inspiración para sus trabajos y para el desarrollo de su Ciencia Espiritual.

Cuando Steiner realiza las conferencias sobre agricultura biodinámica en 1924, estaba ya al final de su proceso vital y había desarrollado ampliamente sus escritos y su manera de ver el mundo. En las conferencias sobre agricultura biodinámica, Steiner indica que su planteamiento es: ¿Qué puede aportar la Ciencia Espiritual a la agricultura de aquel tiempo? Donde ya habían empezado a sentir y detectar los cambios en los alimentos por el uso de fertilizantes químicos y de herbicidas. Steiner se estaba adelantando 15 años a las primeras teorías de agricultura ecológica.

La pregunta que nos planteamos aquí, es qué procedía en dichos cursos de la Ciencia Espiritual de Steiner, y qué procedía originalmente de la visión de Goethe (sin que esta diferenciación suponga una confrontación entre ambas visión, sino simplemente un cuestionamiento sobre el origen o la fuente de la agricultura biodinámica).

De hecho, el propio nombre de la “bio-dinámica” procede de un concepto goetheano: observar la dinámica de la vida; observar lo vivo frente a observar lo inerte, lo muerto, lo separado en partes.

Goethe tenía una forma diferente de observar la realidad natural: por un lado, incorporaba el movimiento, la “dinámica” de la vida. Quería incorporar el impulso de los seres vivos, algo que no recoge la “fisiología estática” habitual de la botánica. Para él, las transformaciones de los individuos y las especies, no sólo proceden de una adaptación y relación con el contexto, sino que son la expresión física de un impulso interior, de un propósito de vida de cada individuo, especie, lugar, ente.

Por otro lado, en la observación-comprensión del mundo natural, Goethe no quería separar al objeto observado del sujeto observador, ya que para él, esta simplificación dejaba atrás gran parte del conocimiento que puede tener lugar. Para él, el observador, en este caso nosotros, somos parte en cierto sentido de lo observado, y viceversa. De tal forma, que un conocimiento profundo del mundo natural sólo puede pasar metodológicamente, por la conexión íntegra del observador y lo observado.

Este método de la participación del observador en lo observado deja la puerta abierta, no sólo a la transformación de nuestro sentir en el observar y pertenecer a la naturaleza como agricultores, sino que permite que florezcan otro tipo de conocimientos, si es que existen: como la sabiduría ancestral de nuestro “ser” infinito que lo contiene todo, y entre ellos, a la naturaleza que observamos, y de la cual somos semillas.

De alguna manera, cuando observamos, vemos la planta que hay en nosotros, ya que somos uno, y de alguna manera, nosotros contenemos a la planta y al conocimiento que podemos crear de ella.

El método de Goethe fue descartado y criticado por el objetivo “moderno” de apoderarse de la naturaleza y dominar técnicamente sus procesos, ya que no tenía unas consecuencias prácticas y complicaba el proceso de comprensión. La ciencia moderna prefería limitarse al comportamiento externo de los fenómenos y al establecimiento de relaciones cuantificables entre ellos. Sin embargo, actualmente quizás estemos ya en disposición de aunar ambas metodologías, e incorporar la música a la razón, la intuición al pensamiento, la poesía a la ciencia moderna, para alcanzar un conocimiento superior.

Goethe no llegó a conseguir unos resultados relevantes en los intereses de su contexto histórico, ni supusieron un cambio de paradigma. Hubo que esperar más de un siglo para que Rudolf Steiner construyera una aplicación en el campo de la agricultura, con los cursos que impartió sobre Agricultura biodinámica en 1924, desarrollando el primer método intencionado de agricultura ecológica, en respuesta a la pérdida de calidad en los productos alimenticios por el uso de abonos químicos.

Steiner observa la vida, la dinámica vegetal, el espíritu en la materia. Steiner observa la intención, las fuerzas creadoras para entender la necesidad y la identidad de cada especie.

Esta manera de ver, junto a la idea goetheana de que en la naturaleza hay siempre expresiones “puras” de los fenómenos, lleva a Steiner a entender que hay una serie de plantas comunes donde se manifiestan los elementos básicos, asociando la manzanilla, la ortiga, la cola de caballo, etc. a los elementos básicos: azufre, calcio, sílice, etc. Esto le permite diseñar herramientas sencillas para los agricultores, para utilizar estas plantas en la fertilidad del suelo y en el cuidado de sus cultivos.

A partir de este acercamiento general, Steiner consigue traducir la observación goetheana a prácticas muy específicas, como la preparación de los preparados o el compost.

La ciencia espiritual y otros inputs llevan a Steiner a concebir de manera pionera, más allá de lo que Goethe planteó en sus escritos:

-Los diferentes cuerpos existentes en una planta (cuerpo físico, etérico, astral y espiritual) y si vínculo con los elementos básicos: nitrógeno, azufre, potasio, etc.

-La influencia en las plantas no solo de la luna y el sol, sino de los planetas, así como la consideración de ritmos estacionales y los ritmos naturales (vegetales, terrarios y cósmicos) involucrados en la agricultura.

-La importancia de la microbiología del suelo y de las preparaciones, y el fomento de ellas mediante el uso de maceraciones.

-La interacción del subsuelo, la tierra y el cielo con la planta mediante fuerzas vinculadas a materiales básicos como el sílice, la arcilla o el calcio.

Todos estos principios Steiner los tradujo y los relacionó con las prácticas agrícolas específicas. Bajó la literatura y la mística, a las acciones cotidianas de los agricultores.

Su búsqueda básicamente podía resumirse en cómo sustituir los abonos de síntesis por abonos naturales provenientes del propio mundo vegetal y animal de cercanía, y cómo aportar un “plus”, una mayor calidad material y espiritual a los alimentos.

Por otro lado, en sus propuestas prácticas, Steiner parece beber de prácticas ancestrales: como las maceraciones, las incineraciones o las dinamizaciones, sin saberse con claridad las fuentes de las que partió más allá de la ciencia espiritual y su manera de alcanzar conocimientos superiores (en su libro “Como alcanzar conocimientos superiores” Steiner plantea varios ejercicios preliminares en gran consonancia con las propuestas de Goethe). Sin embargo, parece que el vínculo con India de los teósofos (a los que perteneció Steiner) o sus experiencias campesinas en su infancia y juventud, pueden ser pistas también a considerar sobre el origen de sus planteamientos.

Posteriormente, la agricultura biodinámica se ha desarrollado y ha ido experimentando los planteamientos de Steiner adquiriendo poco a poco una metodología muy definida. Actualmente existe una bibliografía que gran ayuda para saber cómo realizar los preparados biodinámicos, y el uso de plantas para sanar a las plantas, y se está investigando para poder observar resultados materiales de estas prácticas. Sin embargo, la gran mayoría de los agricultores biodinámicos desconocemos la obra de Goethe y no desarrollamos la capacidad de observar el mundo vegetal como Goethe inspiró a Steiner.

Tras las lecturas de los escritos científicos de Goethe, y el desarrollo que también se ha ido realizando de la visión goetheana del mundo vegetal, surge de nuevo la necesidad de volver a los orígenes, y adquirir la capacidad humana que Goethe intentaba promover: aprender a observar lo vivo, el misterio que contiene la vida. Incorporar la poesía, la imaginación y la intuición al pensar científico y a la práctica cotidiana agrícola, como dos caras indivisibles y que se retroalimentan.